viernes, 30 de enero de 2015

CCLXXXVI

Devaluar la sonrisa, ejercerla a destiempo, sonriendo como si la sonrisa fuese otra cosa. 
Decir te quiero como si se suscribiera en la memoria del otro, ese mensaje gris pálido, miedo, tan falto de calor como la palabra piedra.
Elegir las palabras que conforman el verso como quien acumula extractos de banco y los almacena en carpetas cuadradas.
Todo eso y más, nos hace mucho menos.


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