miércoles, 11 de febrero de 2015

NUEVE

Tendemos a hacernos fotos, encuadrándonos dentro de la nube.
Los selfies nos identifican en el grueso de la masa social, como si con la cara y la pose fuésemos ya una alternativa. 
Apretamos los dientes 20, 30 veces, editamos la foto, ocultando las curvas , los pronombres, los kilos de menos, las heridas de más. 
Nos preparamos para la pantalla como si haciéndolo pudiésemos acortar la distancia entre dos puntos, saltándonos las reglas ortográficas, la física de los cuerpos, el dolor de sentir.
Somos peces que chocan
una y otra vez contra el cristal.


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